23 de mayo de 2022
De la movilidad eléctrica hasta la conducción autónoma, de la escasez de conocimientos hasta la digitalización: la industria automovilística está experimentando un profundo cambio marcado, por ejemplo, por el paso a plataformas globalizadas y arquitecturas de vehículos estandarizadas. Por un lado, la producción es cada vez más eficiente. Pero, por otro, incluso una sola pieza defectuosa puede tener efectos de mayor alcance que nunca. Ante las costosas retiradas, los fabricantes de automóviles se enfrentan a requisitos cada vez más complejos y a especificaciones más estrictas. ¿Merece la pena el esfuerzo de la trazabilidad, aunque suponga etiquetar hasta 20 000 piezas por vehículo? Sí, lo merece, pero se necesitan potentes tecnologías de lectura y verificación, además de un potente software para todos los datos cobren sentido.Existen varias razones por las que los fabricantes necesitan llevar un registro preciso de las piezas y los componentes que forman un coche nuevo. Desde el punto de vista de la calidad, por ejemplo, el seguimiento de los códigos de barras ayuda a garantizar que se ensamblen las piezas correctas. Pero aún más importante es la capacidad de rastrear cada pieza del coche hasta su proveedor original. En caso de retirada o de descubrimiento de una pieza defectuosa, los fabricantes deben ser capaces de averiguar de una forma rápida y exhaustiva la procedencia de cada pieza. Esto se complementa con información como el número de lote, la fecha de fabricación y otros datos importantes para identificar qué vehículos están afectados por una pieza defectuosa. Los detalles se especifican en las recomendaciones y normas AIAG, VDA, ANSI e ISO. A medida que la industria automovilística se globaliza, se espera que la producción mundial de vehículos ligeros alcance unos 96 millones de unidades en 2023. Esto significa que incluso una única pieza defectuosa puede tener un impacto enorme y, por tanto, debe evitarse a toda costa.